Hay regalos que son un respiro. Un instante en el que el cuerpo se entrega, la mente se apaga y el tiempo parece fluir distinto. Aromas que envuelven, caricias que alivian y pequeños rituales que transforman lo cotidiano en un refugio de calma. Porque relajarse no es un lujo, es un acto de cuidado profundo.
Hay regalos que son un respiro. Un instante en el que el cuerpo se entrega, la mente se apaga y el tiempo parece fluir distinto. Aromas que envuelven, caricias que alivian y pequeños rituales que transforman lo cotidiano en un refugio de calma. Porque relajarse no es un lujo, es un acto de cuidado profundo.